La noticia de la negativa de la cantante Adele al uso de su canción “Rolling in the deep” en la campaña electoral del precandidato republicano a la presidencia de Estados Unidos Donald Trump plantea nuevamente la cuestión del uso de las obras musicales con fines políticos.
Se trata de un asunto que no es nuevo ni mucho menos. Muy sonados fueron los casos que enfrentaron al cantante Manu Chao con el Partido Popular español por la utilización de su canción “La Trampa” en la campa electoral de este partido, o el litigio que enfrento a Calle 13 con el equipo de campaña del candidato venezolano Manuel Rosales.
Más recientemente el cantante Macaco denunció que varios partidos utilizaban sin permiso su single “Moving” un tema precisamente de carácter solidario relacionado con el derecho de tod@s a una salud digna.
Desde un punto de vista legal, los responsables de las campañas políticas se aferran generalmente al pago de las tarifas que establecen las Entidades de Gestión para la utilización de las músicas correspondientes a sus repertorios. Habrá de estar al caso concreto, pero en nuestra opinión el pago de tarifas no es suficiente para justificar el uso.
Las Entidades de Gestión deberán antes de conceder la licencia recabar la correspondiente autorización por parte del titular de derecho. En este punto, y al objeto de evitar este tipo de situaciones, recomendamos tanto a los autores musicales como a los cantantes y grupos musicales atender de manera específica a esta cuestión que puede resultar muy perjudicial para su imagen. Así, deberán introducirse cláusulas específicas tanto en los contratos de adhesión firmados con la Entidad de Gestión a las que pertenezcan (SGAE, AIE…), así con en los contratos suscritos con las discográficas. Incluso recomendamos que esta cuestión se prevea también en los contratos suscritos con los agentes o representantes musicales.
Fuente: ARTATXO ABOGADOS.